Cecilia Vargas
Artista de Pitalito, Huila
Ávida de experiencias y conocimientos, Cecilia Vargas abrió sus alas y miro hacia lejanos horizontes. Entre sus obras se destaca el trabajo realizado para el Museo del Oro del Banco de la Republica, que muestra la vida y cultura de nuestros aborígenes. Son verdaderos textos de historia, que les permiten a los visitantes recrear en su mente lo que fue la vida de nuestros antepasados, legítimos dueños de la tierra que hoy nos acoge. Todo esto habla de la versatilidad y agudeza del trabajo de esta maestra y artista de la arcilla, pero la más resonante de sus obras es sin duda: La Chiva, ese colorido carruaje lleno de pintorescos personajes, de bultos y corotos, que nos recuerdan las imágenes de esas polvorientas carreteras, por las que ha discurrido la historia de un pueblo trabajador y alegre, como el colombiano.
En su mirada parece permanecer las imágenes de los atardeceres de Pitalito, que acompañaron las largas jornadas de aprendizaje que vivió con doña Aura, su mama. Clases, como clases, nunca hubo. Jamás un reparo o una indicación altisonante de cómo hacer las cosas. Solo el ejemplo, tesonero, constante, apenas perceptible; solo el amor por la labor emprendida, como presupuesto básico de un legado que se dio, como se dan los procesos vitales, con el tiempo, con la impronta de la ternura, como elemento esencial para que se nos graven en la mente lo que vemos, oímos y, ante todo, hacemos.
Hoy se consiguen Chivas en todos los países de América Latina e incluso de otras latitudes, hechas en serie y a la medida de sus artesanos, pero las primeras, las que le dieron vida a esa imagen hoy universalizada, salieron de las manos de Cecilia Vargas.